“Galicia me gusta toda: su gente, su forma de sentir, su hospitalidad”

La figura de Ana Fernández-Teijeiro es una de las más relevantes de la Junta de Asomega. A un perfil profesional impecable añade una determinación basada en el estudio y el trabajo y una galleguidad acrecentada con el tiempo.

22/04/2020

Ana Fernández-Teijeiro es ourensana de Puebla de Trives, localidad en la que su padre estaba destinado como médico y donde pasó una infancia que recuerda feliz, con cierta morriña –confiesa- pero plena de referencias familiares y culturales que le han acompañado toda su vida.

Su evolución profesional le ha llevado a Sevilla, donde es jefe de Sección de Onco-Hematología Pediátrica del Hospital Virgen de la Macarena, pero antes pasó por Barcelona, Bilbao y diversas estancias en Estados Unidos. Actualmente es presidente de la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátrica (SEHOP) y coordinadora nacional para dos estudios internacionales para linfoma Hodgkin (Euronet-C2) y ependimoma (SIOP-Ependymoma II).

Espectacular vista desde los Balcones de Madrid, en la Ribeira Sacra.

¿Viaja a menudo a Galicia? ¿A dónde?
Procuro ir al menos una vez al año: La Coruña para ver a mi familia, a Vigo y a Orense para ver amigos, a Santiago de Compostela porque me encanta. Desde estos sitios procuro aprovechar para visitar y reconocer rincones: Ribeira Sacra, Costa da Morte, desembocadura del Miño… y Puebla de Trives, claro.

¿Qué relación mantiene con su tierra?
A pesar de haberme criado fuera de Galicia desde los 5 años, siempre ha estado presente en mi vida a través de mis abuelos y a través de mis padres. Gracias a mis abuelos que hablaban gallego en casa la lengua gallega es para mí muy familiar y la entiendo sin problema. A través de ellos conocí detalles de la historia de mi familia: la Galicia rural, la emigración de principios del siglo XX, la Guerra civil, la postguerra…

Mis padres siempre mantuvieron su sentimiento de gallegos, su “galleguidad”. De niña, en las vacaciones de verano siempre pasábamos unas semanas en Galicia para visitar a la familia. Los viajes en coche fueron una escuela perfecta del folclore que me permitió aprender muchas canciones gallegas. Además, mi padre siempre nos inculcó la lectura de la poesía de Rosalía.

¿Cuál es su lugar preferido?
Galicia me gusta toda. Me gusta su gente, su forma de sentir, su hospitalidad, su gastronomía, la variedad de sus paisajes, tanto la costa como la Galicia interior. Muchos de mis rincones favoritos van unidos seguramente a vivencias y personas que hacen que sean muy especiales: Santiago de Compostela, el Paseo de la Marina en La Coruña, el casco antiguo de Orense, las Burgas, el monte Santa Tecla y la vista de la desembocadura del Miño, El Barquero, las playas de Mera, Gandarío, Bastiagueiro, Laxe o Sabarís, Santa Comba de Bande, muchos lugares entrañables.

A pesar de haber nacido cerca, mi descubrimiento de los últimos años ha sido la Ribeira Sacra. Tuve oportunidad de recorrerla en toda su magnitud por el río y por carretera y me impactó, sin duda es uno de los paisajes más espectaculares que he visitado. Me impresionó mucho y sé que necesito volver allí.

¿Cuándo y de qué siente morriña?
Posiblemente siento morriña de mi infancia, de lo que fui en esos primeros años en Puebla de Trives, de mis abuelos y de las personas que me acompañaron en esa época. Tuve una infancia muy feliz.

Ana Fernández-Teijeiro en Puebla de Trives, frente a la casa en la que nació.

Alumna de un jovencísimo Ángel Carracedo

¿Dónde estudió Medicina?
Estudié Medicina en la Facultad de Medicina de Santander

¿Por qué tomó esta decisión?
Desde pequeña dije que quería ser médico.

¿Tenía antecedentes familiares?
Supongo que en mi decisión ayudó mucho que mi padre fuera médico y yo pudiera ser testigo desde niña de su vocación de servicio a los demás y de curar y cuidar a las personas enfermas.

¿Qué recuerdo guarda de su universidad?
Los seis años de Facultad en Santander fueron unos años preciosos y fundamentales desde el punto de vista personal y profesional. Nuestra promoción fue la primera en acceder a la Facultad con numerus clausus. En mi curso esto se tradujo en unos compañeros excelentes, muy competitivos, que nos obligaba a superarnos en cada examen. Pero a la vez convivimos mucho y establecimos vínculos personales muy fuertes que aún perduran. La Novena Promoción de Medicina de Santander de la que nos sentimos tan orgullosos.

¿De qué profesores mantiene una memoria más vívida?
Sin duda el catedrático de Farmacología, Dr. Jesús Flórez Beledo, fue un profesor extraordinario cuyas clases estaban siempre llenas y además con una gran humanidad. También recuerdo con mucho cariño a mis catedráticos de Anatomía, los Dres. Ojeda, Porrero y Hurlé. Y tengo que destacar la sorpresa e impresión que me dejó el Dr. Ángel Carracedo. Por problemas de salud de la titular, el Dr. Carracedo, muy joven, vino a impartir la asignatura de Medicina Legal en 6ª curso, en 1985. He tenido la suerte de poder recordarle este detalle y como me gustaron sus clases entonces, siempre tan sencillo y docente, sin saber que se convertiría en la referencia nacional e internacional en Medicina Legal y Genómica que es hoy.

¿Continúa en contacto con sus compañeros de promoción?
Sí, conservo amigos a los que veo periódicamente y sobre todo un grupo de ocho amigas que nos reunimos para cenar en Santander en Navidad y en agosto y con las que realizo un viaje corto cada año. Con el resto de la Novena Promoción de Medicina de Santander celebramos una cena quinquenal que precisamente esperamos poder tener en diciembre de 2020 para celebrar los 35 años del fin de la carrera.

“Siempre quise ser pediatra”

¿Dónde y en qué circunstancias se desarrolló su carrera tras la universidad?
Tenía claro que quería especializarme y preparé el MIR.

¿Cuál es su especialidad? ¿Y los sitios más relevantes en los que ha desarrollado su carrera?
Realicé la especialidad Pediatría en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Cuando terminé la residencia me incorporé como adjunto a la Unidad de Onco-Hematología Pediátrica del Hospital de Cruces-Vizcaya con el Dr. Bezanilla como jefe de Onco-Hematología y el Dr., Rodríguez Soriano como jefe de Pediatría. Tras la jubilación del Dr. Bezanilla, la Dra. Navajas fue mi jefe durante 15 años y la persona que más me ha marcado desde el punto de vista profesional. En 2002 realicé una estancia formativa en el Children´s Hospital y Dana Farber Institute de Boston. En 2008 decidí aceptar el reto de la jefatura de Sección de Onco-Hematología Pediátrica del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. Como el hospital es unidad de referencia nacional (CSUR) de retinoblastoma en 2010 amplié mi formación en los programas de retinoblastoma del Children’ Hospital de Los Ángeles y en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York.  

Con su familia de visita en la Ribeira Sacra en 2017.

¿Qué le hizo decidirse por su especialidad?
Yo siempre quise ser pediatra y sin duda influyó también que mi padre fuera pediatra y que yo le hubiera ayudado en su consulta muchas tardes. Me encantan los niños y me gusta trabajar con los niños, es muy agradable y permite ser muy natural y espontáneo y sus sonrisas y ocurrencias reconfortan siempre. Después, durante el MIR en el Hospital Vall d’Hebron, durante mi rotación de R2 por Oncología Infantil con el Dr. Sánchez de Toledo ya me di cuenta de que me gustaba la subespecialidad.  Me gustó la patología y las posibilidades de continuar mejorando, me gustó la manera de afrontarlo y, yo vi que era capaz de soportar los días duros sin repercusión grave en mi vida personal. Así que de R3 ya decidí que haría la subespecialidad en mi último año de R4 y completé la formación también en Hematología con el Dr. Ortega, pionero de la Hematología y el trasplante de progenitores pediátricos en España. Y hasta ahora. Es un trabajo que me ha dado grandes satisfacciones personales y profesionales.

¿Se ha arrepentido alguna vez de aquella elección? ¿Decidiría hoy lo mismo?
Nunca me he arrepentido de mi elección. Si me decidí por una especialidad de entrada tan dura es porque me sentía capaz de afrontar la parte más dura sin que repercutiera en mi vida ni en mi entorno personal. Y sin duda volvería a escoger la especialidad de Pediatría y la subespecialidad de Onco-Hematología. Es un trabajo que me ha dado grandes satisfacciones personales y profesionales.

¿Qué es lo mejor de su profesión?
Lo mejor es que podemos curar a muchos pacientes. Actualmente en España los niños con cáncer tienen una supervivencia del 80% a los 5 años, es decir, podemos curar a 8 de cada 10 niños con cáncer, algo impensable hace 30 años.

¿Y lo peor?
Lo peor, lo más duro, es no poder curar a todos los niños y asumir nuestra impotencia. A pesar de los años y la experiencia uno siempre acusa la pérdida de un paciente y el dolor que ocasiona a su familia. En este sentido, un aspecto muy duro de nuestra especialidad es la comunicación de malas noticias: la comunicación a las familias del diagnóstico inicial, siempre inesperado y difícil de entender y asumir; peor todavía es más duro comunicar el diagnóstico de recaída y sobre todo cuando ya no hay posibilidades de curación y sólo podemos ofrecer los cuidados paliativos. Y todavía más duro es informar a un adolescente sobre su diagnóstico o la evolución de su enfermedad. Los días que yo tengo estas conversaciones tan profundas, tan emotivas, tan duras, después necesito desconectar y busco actividades que me recolocan: deporte, lectura, película o series relajadas, charla con amigos.  

La doctora Ana Fernández-Teijeiro con una jovencísima paciente.

En estos tiempos de superespecialización, ¿cuál su área profesional principal?
Dentro de la Pediatría yo me dedico a la subespecialidad de Onco-hematología pediátrica. Como mi hospital es unidad de referencia (CSUR) actualmente estoy muy centrada en el retinoblastoma. Además, leucemias, Hematología no maligna, linfoma Hodgkin y ependimoma.

¿Clínica o investigación?
Realizo investigación clínica y actualmente soy la coordinadora nacional para dos estudios internacionales para linfoma Hodgkin (Euronet-C2) y ependimoma (SIOP-Ependymoma II).

¿Cómo ha avanzado su especialidad desde que comenzó a ejercer hasta hoy, qué es lo que más le llama la atención al respecto?
De acuerdo con los datos del RETI-SEHOP actualizados en mayo 2019, la supervivencia de los niños menores de 14 años con cáncer en España es del 80% lo que supone un incremento del 30% desde que yo inicié mi andadura.

Un reto nuevo en cada etapa

¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado? ¿Cuál ha sido el mayor obstáculo y como lo ha superado?
Retos ha habido muchos en cada una de las distintas etapas. Un reto importante fue superar el “numerus clausus” para entrar en la Facultad de Medicina.

Muy importante fue obtener una buen número de MIR para realizar el MIR en el Hospital Vall d’Hebron. Ya en el Hospital de Cruces fue un reto el aprendizaje y crecimiento dentro de la subespecialidad de Onco-hematología pediátrica y desde luego, cada paciente es un reto. También lo es el cuidado de aquellos pacientes que no podemos curar y a los que debemos garantizar los mejores cuidados paliativos hasta el final de la vida.

Ya en Sevilla, como jefe de sección de Onco-Hematología pediátrica fue un gran reto conseguir la acreditación de nuestro hospital como unidad de referencia (CSUR) para retinoblastoma en diciembre de 2008. Actualmente estamos pendientes de conseguir la acreditación como centro de referencia europea dentro de la red Paed-Can.

Entre 2013 y 2017 me encomendaron la dirección de la Unidad Intercentros de Oncología pediátrica de los hospitales Virgen del Rocío y Virgen Macarena. A pesar de conseguir mejorar la ordenación de los niños y adolescentes con cáncer en Sevilla y las CSUR de sarcomas infantiles y neuroblastoma para el hospital Virgen del Rocío, razones políticas obligaron a la disolución de la unidad intercentros en enero de 2017 lo que supuso una gran decepción después de años de duro trabajo.

En los años en Cruces como coordinadora nacional  fue un gran reto la incorporación de nuestro país en 2008 al estudio Euronet-C1 para enfermedad de Hodgkin fue un gran logro que posibilitó incluir 105 pacientes españoles. En estos últimos años también como investigadora principal hemos podido poner en marcha los estudios Euronet-C2 para enfermedad de Hodgkin y el SIOP-Ependymoma II, actualmente en fase de reclutamiento.

Como presidente de la Sociedad Española de Hematología y Oncología pediátricas (SEHOP) desde 2016 el reto más importante ha sido la puesta en marcha y consolidación de la plataforma ECLIM-SEHOP para apoyar la puesta en marcha y desarrollo de ensayos clínicos y registros en cáncer infantil y hemopatías. Todavía quedan otros retos importante pendientes en los que estamos trabajando con las autoridades sanitarias y como son la ordenación de la asistencia del cáncer infantil en España y el reconocimiento de nuestra subespecialidad.   

Imagen de la celebración del XXV aniversario de Asomega en mayo de 2019. En la imagen Aniceto Charro y Francisco Javier Ruza, expresidentes de Asomega; José Ramón Ónega López, director de la Casa de Galicia de Madrid; Ana Fernández-Tejeiro; Rafael López, jefe de Oncología Médica del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela; y Julio Ancochea, presidente de Asomega.

Esfuerzo y disciplina, claves

¿Cómo motivaría para que alguien escoja este camino en su profesión? ¿Qué le recomendaría a las jóvenes que hoy comienzan?
Es fácil recomendar la especialidad de Pediatría, es muy gratificante trabajar con niños y adolescentes, es una especialidad muy completa, posibilita el trabajo tanto en atención primaria como en hospitalaria y, pendiente de su reconocimiento oficial, las distintas subespecialidades están muy desarrolladas. Pero para escoger la subespecialidad de Onco-Hematología  no basta con la elección, no es una opción más, es necesario tener muy claro lo que implica y asumir la complejidad y las distintas facetas de este área.

Mi recomendación sería escoger un buen centro para formarse y aprender de los maestros con los que uno se encuentre, estudiar mucho, trabajar duro, mucha disciplina, intentar realizar estancias en unidades de hospitales de fuera de España para ver otras formas de trabajo, aprender a comunicar,  leer mucho para profundizar en el conocimiento de la naturaleza humana,  y aprender a cultivar vías de escape para que la dureza del trabajo no repercuta en la vida personal.

¿Cómo ha influido nuestra cultura en el desarrollo de su profesión?
Provengo de dos familias muy trabajadoras que son un ejemplo de superación. Mis bisabuelos pertenecían a la Galicia rural de finales del siglo XIX con toda su dureza. Tanto en mi familia materna como paterna hubo emigración a Cuba y Argentina buscando mejorar sus vidas, asumiendo el riesgo de la aventura y el desgarro de la separación, y que con mucho trabajo y esfuerzo consiguieron prosperar, bien para afincarse definitivamente en América o para volver a España y continuar la vida en mejores condiciones.

El Covid-19 y la investigación

La actual pandemia está poniendo de relieve la sanidad en general y dando valor al papel de la investigación. ¿Cómo cree que va a dibujarse el panorama de estos dos sectores tras esta profunda crisis?
A pesar de contar con un sistema sanitario del que siempre nos hemos sentido orgullosos esta crisis ha puesto de manifiesto el tremendo desastre y descoordinación que supone que España cuente con 17 servicios de salud y un Ministerio inoperante. Creo que será necesario plantear programas nacionales coordinados desde el Ministerio, no sólo para pandemias como la actual, si no para otras situaciones y patologías en las que se necesita una ordenación y coordinación centralizadas. Por otro lado, una amenaza como la pandemia Covid-19 obliga a apoyar la investigación básica y clínica para poder así llegar a conocer mejor la naturaleza del virus y las mejores alternativas terapéuticas para los pacientes con enfermedad grave.

La investigación ha sido tradicionalmente la” hermana pobre”. ¿Cómo cree que debería dibujarse el panorama a partir de ahora en lo que respecta al papel de las administraciones, las universidades y la empresa en este ámbito?
Es fundamental la colaboración entre instituciones, universidad, hospitales, Ministerio. Pero es fundamental facilitar la colaboración de instituciones y empresas privadas que con su apoyo económico y recursos garantizan la viabilidad de muchos proyectos. Es muy importante garantizar la continuidad de los equipos de investigación y la no dependencia de becas anuales cuando los proyectos todavía están en desarrollo.

Con María Rodríguez Vázquez, también miembro de la Junta Directiva de Asomega y responsable de Asomega Muller, durante el I Encontro de Médicos Galegos que organizó la asociación en septiembre de 2019.

Espíritu crítico y meritocracia

Usted ha desarrollado una carrera profesional notable, logrando reconocimiento en un entorno mayoritariamente masculino. ¿Ha experimentado mayores dificultades o condicionantes específicos para avanzar en su carrera?
No, la verdad es que nunca he sentido esa discriminación. Si alguna vez una convocatoria en la que he participado no se ha resuelto favorablemente para mí no ha sido por razón de mi género. Creo en la meritocracia y creo que esa es la manera en que se debe gestionar la carrera profesional y la cobertura de plazas.

A partir de su experiencia concreta en el mundo laboral, ¿considera que hoy día están equiparadas las oportunidades para hombres y mujeres en su entorno?
La lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el feminismo, se inició en el siglo XVIII. La primera mujer en obtener el título de licenciada en Medicina fue Dolores Aleu, una pionera catalana que aprobó el examen en 1882 con un excelente se doctoró y tuvo una consulta propia en Barcelona durante 25 años. En la orla de Medicina de mi padre en 1959 eran 27 varones una única mujer. En la mía en el año 1985 un 50% éramos ya mujeres. Actualmente la proporción de mujeres en las facultades de Medicina es del 80%. Las mujeres actualmente somos mayoría en la profesión médica y yo no percibo discriminación en el mundo en el que me muevo.

Díganos un deseo para el futuro.
En este momento desde luego mi primer deseo tiene que ver con nuestra preocupación actual: que la investigación permita elaborar la vacuna contra el Covid-19, que la crisis actual se resuelva en los próximos meses y que el desescalamiento progresivo del confinamiento nos permita volver a una nueva normalidad. Creo que nunca vamos a volver a vivir con la alegría y despreocupación de la que gozábamos y que nos va aparecer mentira cuando lo recordemos. Al menos que volvamos a vivir y trabajar seguros y recuperemos la felicidad de disfrutar juntos con nuestras familias y amigos.