La última edición de la newsletter Memorias Sanidad sin Fronteras está dedicada íntegramente a reproducir las ponencias de la 4.ª Jornada Conjunta de Centros Penitenciarios, Centros Sociosanitarios y Organizaciones Humanitarias de la Red TBS‑Stop Epidemias, en la que está integrada Asomega. El editorial, titulado “Enfermedades de la injusticia”, fija el hilo conductor del número al recordar que la tuberculosis sigue siendo la enfermedad infecciosa que más muertes ha causado en la historia de la humanidad y que se ceba en quienes viven en la pobreza, el estigma y el aislamiento social.
Desde esa premisa, la Red define la tuberculosis como “epidemia de la injusticia” y subraya que combatirla exige ir más allá de la biología para afrontar los determinantes sociales que condicionan el riesgo de enfermar y la posibilidad de curarse. Esa mirada impregnó las intervenciones de Cristina Ferrero (Cruz Roja), Gastón Auguste y Xavier Casas (Serveis Clínics), Joan Artur Caylà (Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona) o Pilar Bermúdez (Instituciones Penitenciarias), que describen cómo la vulnerabilidad económica, el sinhogarismo, la migración o las adicciones se traducen en más tuberculosis y peor calidad de vida.
El editorial insiste en el valor del tratamiento directamente observado (TDO) como herramienta clave para asegurar la adherencia, idea que se concreta en experiencias como el convenio de Cruz Roja Madrid con la Consejería de Sanidad o el modelo penitenciario español, donde el TDO está “grabado a fuego” entre los profesionales. Ferrero explica que la organización estructura su intervención en salud en torno a la prevención, la promoción de hábitos saludables y el acompañamiento a quienes ya tienen diagnóstico, con un foco especial en personas migrantes, desempleadas, mayores o privadas de libertad.
La noción de injusticia se amplía cuando Auguste y Casas describen la estrecha relación entre tuberculosis y trastornos de salud mental en el contexto de Serveis Clínics. Hablan de una población marcada por el duelo migratorio, el consumo de sustancias, la xenofobia o la violencia, y de la necesidad de un modelo biopsicosocial centrado en la persona, que combine reducción de daños, acompañamiento al aislamiento y trabajo interdisciplinar para sostener la adherencia. En esa misma línea, Caylà vincula la distribución de la enfermedad con el nivel de renta, tanto entre países como entre barrios de una ciudad como Barcelona, y reclama políticas decididas sobre vivienda, trabajo y protección social si se quiere que la epidemiología deje de reflejar el mapa de la desigualdad.
El medio penitenciario aparece como un laboratorio extremo de esas “epidemias de la injusticia”. Bermúdez recuerda que la mayoría de internos procede de contextos de exclusión, con alta prevalencia de VIH, tuberculosis y hepatitis C, y que la prisión suele ser su primer contacto sanitario reglado. Aun así, los datos muestran una disminución sostenida de la incidencia de TB y de las coinfecciones gracias al diagnóstico precoz, el TDO, el estudio de contactos y programas como el mantenimiento con metadona, que permiten reducir daños y cortar cadenas de transmisión.
El horizonte terapéutico introduce un matiz de esperanza que el editorial ya anticipaba al aludir a “nuevas moléculas” capaces de acortar los tiempo de curación. El infectólogo Xavier Martínez Lacasa repasa la llegada de fármacos como bedaquilina, delamanid o pretomanid, así como el potencial de rifapentina y las pautas abreviadas en tuberculosis sensible, que podrían reducir de seis a cuatro o incluso dos meses la duración del tratamiento en determinados escenarios.
La newsletter también relaciona la injusticia sanitaria con el acceso a medicamentos y a la información comprensible. Joaquín Rodrigo, director general de Sandoz y presidente de BioSim, reivindica el papel de los biosimilares para democratizar terapias de alto impacto y detalla el proyecto “Salud más fácil”, que adapta ya más de 160 prospectos a lectura fácil para personas con discapacidad intelectual, mayores o migrantes, en alianza con Plena Inclusión y con el respaldo de la AEMPS.
El número se cierra con un balance de la Red TBS‑Stop Epidemias, que recuerda su papel en el impulso del Plan Nacional de Tuberculosis, en los Cinefórums Solidarios en prisiones y en la organización de jornadas científicas y actividades divulgativas. Fiel al espíritu de “Sanidad sin Fronteras”, la Red llama a sostener la financiación, reforzar el multilateralismo en salud y seguir tejiendo alianzas entre instituciones, ONG, academia e industria para poner fin a unas enfermedades que, como resume su editorial, no solo son transmisibles, sino profundamente injustas.