Este verano el fuego ha dejado en Galicia y en todo el noroeste peninsular un paisaje de ceniza y silencio. Miles de hectáreas arrasadas en nuestra tierra, con nombres que hoy resuenan con tristeza: Larouco, A Veiga, Oímbra, Chandrexa de Queixa… Lugares donde la naturaleza, el trabajo y la vida cotidiana han quedado marcados para siempre por el fuego.
Las cifras impresionan: más de 300.000 hectáreas calcinadas en España en apenas unas semanas, la peor oleada de incendios en décadas. Pero más allá de los números, lo que queda son aldeas heridas, proyectos truncados, montes convertidos en desolación. Lo que queda es la angustia de quienes han visto cómo las llamas avanzaban sobre su entorno, ese mismo entorno que sostiene su vida y su identidad.
El rural, tantas veces defendido desde Asomega, es mucho más que un espacio geográfico: es el lugar donde la comunidad se teje con fuerza, donde la medicina rural que siempre hemos reivindicado encuentra su razón de ser, donde la memoria y el futuro de Galicia se sostienen. Por eso, cada hectárea perdida no es solo bosque: son vínculos, recuerdos, oportunidades que se desvanecen.
En Laza, Trives, Maceda, Allariz, A Estrada, Monforte, San Xoan de Río… en todos esos lugares donde Asomega ha querido estar presente en los últimos años reivindicando el valor y el peso del médico de pueblo, el latido del rural ha sido siempre nuestra inspiración. Hoy, al ver el daño que dejan los incendios, sentimos que esa herida también nos toca de cerca. Nos recuerda la importancia de cuidar lo que nos da vida, de protegerlo con responsabilidad y de acompañar a quienes lo habitan.
Como escribía recientemente Alberto Barciela en su artículo Las cenizas del paraíso, estas llamas no solo devoran árboles: se llevan paisajes de la infancia, voces de la memoria y parte de lo que somos como pueblo.
Ante la magnitud de la tragedia, las palabras pueden parecer pequeñas. Pero también son necesarias para afirmar que no estamos solos en este dolor. Asomega quiere, desde la emoción y la cercanía, expresar su solidaridad con todos los que sufren estas pérdidas y reafirmar su compromiso con el mundo rural, que hoy más que nunca necesita calor humano y esperanza.