Fernández-Villar: “Los determinantes sociales condicionan más que la propia enfermedad”

El académico de Asomega y jefe de Neumología de Vigo anima a los futuros médicos a ir más allá del diagnóstico y entender el contexto vital del paciente.

09/11/2025

La intervención de Alberto Fernández-Villar, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Álvaro Cunqueiro y profesor de la Universidad de Vigo, en la jornada de la Academia Asomega "Trayectoria y Vida" celebrada en Santiago se convirtió en un mensaje directo a los estudiantes de Medicina que llenaban la sala. Con la serenidad de quien lleva décadas acompañando a pacientes respiratorios, abrió su charla con una afirmación clara: “La Medicina es una ciencia social”, y como tal tiene la obligación de señalar los problemas y ayudar a resolverlos.

Alberto Fernández-Villar durante su intervención en la jornada "Trayectoria y Vida" de la Academia Asomega.

Uno de los ejes de su intervención fue la EPOC, una patología muy presente en su práctica clínica. A partir de ella quiso mostrar a los estudiantes que la enfermedad no puede separarse de la vida de quien la padece.

Explicó que la EPOC no es únicamente un problema de tabaco, sino una patología atravesada por desigualdades, vulnerabilidad y entornos de vida difíciles. Recordó que muchos pacientes llegan tarde al diagnóstico y que, según los datos epidemiológicos, “tres de cada cuatro pacientes con EPOC están sin diagnosticar”, una realidad que condiciona de forma decisiva su evolución.

Ver lo que no aparece en la historia clínica

El neumólogo marinense subrayó que la práctica clínica exige aprender a detectar lo invisible: la soledad, la dependencia, la pobreza energética, la falta de apoyos o la imposibilidad real de cumplir los tratamientos.

Señaló que existen pacientes que, aun con una obstrucción pulmonar moderada, evolucionan peor porque viven en situaciones límite. Y fue tajante: “Los problemas sociales influyen más que la propia obstrucción.”

De ahí su insistencia en que el papel del médico incluye comprender el contexto: lo que rodea al paciente, lo que no aparece en la prueba diagnóstica, lo que permanece oculto porque da vergüenza contarlo o porque se considera “normal”.

Una llamada a implicarse

Fernández-Villar animó a los jóvenes a adoptar una forma de ejercer que combine competencia técnica y sensibilidad social. Defendió que un buen médico trata la enfermedad, pero que uno verdaderamente completo atiende también al paciente que la sufre y a las circunstancias que la condicionan.

En la parte final quiso dejar un mensaje para quienes están construyendo su identidad profesional. Aseguró que el acto de diagnosticar no culmina nada, sino que abre un camino que el médico debe recorrer con el paciente. Y que “para ser un buen médico hay que tratar la enfermedad, pero para ser un gran médico hay que tratar al paciente que tiene la enfermedad y modular su entorno”.

Con ese cierre, Fernández-Villar ofreció a los estudiantes una lección que trascendía la Neumología: la necesidad de una medicina capaz de entender a la persona, su historia y su entorno. Una medicina que escucha, acompaña y reconoce que la salud no depende solo del órgano enfermo, sino también del mundo en el que ese órgano respira.