Con más de 60 años de historia a sus espaldas, Aspronaga se ha consolidado como una de las entidades gallegas de referencia en la defensa de los derechos y la inclusión social de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Bajo la dirección de Juan Fontela, Aspronaga ha evolucionado al ritmo que marcaban los cambios sociales, normativos y culturales, adaptándose sin perder de vista su misión principal: mejorar la calidad de vida de las personas a las que acompaña.
En esta entrevista, Fontela repasa los logros alcanzados, los retos que aún quedan por afrontar y la importancia de que la sociedad avance hacia un modelo verdaderamente inclusivo y humanizado. Sus palabras no solo reflejan el compromiso de toda una organización, sino también una visión profundamente transformadora sobre cómo entender la diversidad y construir entornos donde todas las personas puedan desarrollar su proyecto vital.
Para quien no conozca Aspronaga, ¿cómo describiría la misión y el trabajo diario de la asociación?
El propósito fundamental o razón de ser de Aspronaga es mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo y, también, la de sus familias. Y lo hacemos promoviendo su inclusión en la sociedad y defendiendo sus derechos como ciudadanía de pleno derecho.
El trabajo que hacemos cada día se centra, principalmente, en ofrecer apoyos y oportunidades para que estas personas puedan desarrollar su proyecto de vida y, también, en sensibilizar a la sociedad y promover políticas públicas que garanticen sus derechos.
¿De qué medios dispone la asociación?
Para desarrollar nuestra Misión, contamos, en primer lugar, con una plantilla de más de 225 profesionales altamente cualificados, como son técnicos de todo tipo (psicólogos, educadores, trabajadores sociales, médicos, enfermeros, fisioterapeutas, maestros de pedagogía terapéutica, etc.) y otro personal especializado prestador de apoyos y facilitadores de oportunidades, así como diverso personal auxiliar.
En cuanto a recursos materiales, disponemos de amplias instalaciones en donde están los centros y servicios. Cabe destacar la finca de Lamastelle en Oleiros, de 11 Ha., el chalet en la Ciudad Jardín de la Coruña que ubica la sede social y el colegio, así como varios pisos en la ciudad de La Coruña dedicados a viviendas tuteladas. En general estas instalaciones están equipadas con los más avanzados medios técnicos y tecnológicos para dar una atención especializada y de calidad.
Desde el punto de vista financiero, Aspronaga tiene un presupuesto anual entorno a los 10 millones de euros y una economía saneada, gracias al apoyo, sobre todo, de la Administración, pero también de personas y entidades privadas que con su solidaridad hacen posible este proyecto.
Además, quiero resaltar la colaboración de voluntariado, otras entidades sociales, universidades y la participación activa de los socios y miembros de la Junta Rectora, que aportan el valor humano que guía el comportamiento y las actitudes en la Asociación.
Aspronaga lleva más de seis décadas trabajando por la inclusión y los derechos de las personas con discapacidad intelectual. ¿Cuáles diría que han sido los principales logros en estos años?
Desde el punto de vista de la lucha por la plena ciudadanía, gracias al movimiento asociativo, del que Aspronaga en un referente importante (es fundadora de Feaps-Galicia, participa activamente en Plena Inclusion España, etc.) se han conseguido importantes logros como son: el derecho al voto, el acceso al empleo público, acabar con la incapacitación judicial, la Ley de Accesibilidad Cognitiva, etc.
Creo que uno de los logros más importantes ha sido el aumento significativo en la visibilidad que ha contribuido a romper estereotipos y prejuicios y la eliminación de términos peyorativos.
Todos los programas que desarrollamos desde Aspronga van dirigidos a la promoción de la autodeterminación de las personas con discapacidad, potenciando que tomen decisiones sobre sus vidas y que participen activamente en la sociedad.
¿Cómo ha evolucionado la percepción social de la discapacidad desde que usted está al frente de la asociación?
En estos 40 años que llevo dedicado profesionalmente a la Asociación, la percepción social de la discapacidad intelectual ha evolucionado desde modelos centrados en la enfermedad y la caridad, considerada como un problema médico asociado a la total dependencia de otras personas, a una visión más inclusiva basada en los derechos humanos en la que, cada vez más se considera que las barreras sociales y la falta de entornos accesibles son factores clave que limitan la participación de las personas con discapacidad.
¿Qué supone para Aspronaga recibir esta parte del Premio Nóvoa Santos de Asomega?
Es un reconocimiento al trabajo que estamos realizado en pro de las personas con discapacidad intelectual que, a menudo presentan cierta vulnerabilidad.
Además, este premio de gran transcendencia, impulsa la visibilidad de la Asociación, sus iniciativas y proyectos, lo que atrae apoyos y recursos para continuar con nuestra labor.
¿Cómo influye este reconocimiento en el ánimo del equipo y en la visibilidad de su labor?
Para el equipo supone una inyección de motivación al percibir que el esfuerzo y los logros se valoran y la visibilidad que nos proporciona este premio genera mayor confianza y credibilidad ante todos nuestros grupos de interés.
¿Cuáles son ahora las principales necesidades o retos que enfrenta Aspronaga?
Tenemos un Plan Estratégico con cinco grandes retos: ser una entidad sostenible, conseguir mayor empleabilidad de las personas con discapacidad, promover la vida independiente y en comunidad, fomentar la vida social entre personas socias, familias y voluntariado y contar con las necesarias y mejores personas profesionales.
¿Qué mensaje le gustaría hacer llegar a la sociedad sobre la importancia de una asistencia verdaderamente inclusiva y humanizada?
La sociedad tiene que reconocer y valorar la diversidad de cada persona, lo que supone ver a la persona desde sus capacidades y no desde su discapacidad, creando entornos donde todos puedan desarrollarse plenamente, se sientan valoradas y capaces de participar plenamente.
Para ello se deben adaptar los apoyos a las necesidades de cada persona, lo que significa eliminar barreras físicas, sociales y actitudinales, haciendo un entorno más accesible.