Ana Pastor: "Siempre llamo a los pacientes por su nombre, tienen vidas propias"

Reproducimos el artículo de Ana Pastor, de Academia Asomega, en el último número de la revista "Memorias de la COVID-19. Sanidad Global", de Red TBS-Stop Epidemias.

24/06/2022

"La solidaridad y el buen hacer siguen siendo un objetivo asumible" a pesar de lo que llevamos vivido con la pandemia y de la demencial vuelta de tuerca a la situación global con la guerra de Ucrania. En este optimismo se posicionan los editores de la revista digital "Memorias de la COVID-19. Sanidad Global", de la Red TBS-Stop Epidemias, Julio Ancochea -presidente de Asomega- y Mario Braier en el último número de la publicación, donde apostillan: "No es posible que con los siderales avances que ha obtenido la ciencia, es decir los hombres y mujeres de este planeta en los último cincuenta o cien años, sea inútil".

La nueva edición de esta publicación incluye también artículos del presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, Tomás Cobo; de Carmen Comas-Mata, secretaria general de la Federación Iberoamericana del Ombudsman; o de José María García García, director de SEPAR Solidaria, entre otros.

El número se cierra con un artículo firmado por Ana Pastor Zapata, la jefa de Neurocirugía del Hospital de Ourense y miembro de Academia Asomega, que resume su intervención en la Jornada de Actualización que Red TBS celebró en fechas recientes. Por su valor e interés, lo reproducimos íntegramente a continuación:

Ana Pastor Zapata

Ana Pastor Zapata, jefa de Neurocirugía del Hospital de Ourense y miembro de Academia Asomega.

"Soy neurocirujana, y dirán ustedes: ¿Qué hace una neurocirujana aquí? Los cirujanos tenemos la fama, por otra parte, errónea, de “cortar e irnos”, pero yo no estoy de acuerdo con este concepto.

Los neurocirujanos damos a menudo noticias terribles, sobre todo en las cirugías de urgencia, tanto a los pacientes como a sus familiares; es necesario explicarles lo que puede ocurrir, las posibles complicaciones o secuelas neurológicas o cognitivas.

Sin embargo, tanto las familias como los pacientes nos entregan su vida sin conocernos; esta actitud es admirable, y es entonces cuando empieza a preocuparme el factor humano.

El problema que tenemos en los hospitales es que nos peleamos por saber quién es más importante en el cuidado del paciente y dejamos a éste de lado; pues somos todos importantes.

Debemos dejar de discutir sobre quién es el protagonista porque mientras discutimos el paciente queda solo con sus pensamientos. Lo único que realmente importa es el propio paciente.

La medicina tiene una doble vertiente de arte y de ciencia, de humanismo y tecnología. Por lo tanto, tenemos que afrontar la enfermedad del paciente desde un doble enfoque: uno técnico y otro humano. La vertiente técnica implica la realización de pruebas complementarias y la interpretación de estas, así como los protocolos terapéuticos y el lado humano implica la atención integral de la persona.

¿Por qué surge el tema de la humanización de la medicina en la actualidad? En mi opinión hemos llegado a una súper tecnificación del diagnóstico y del tratamiento, pero hemos perdido el contacto humano con el paciente como con sus familias. Esto es el reflejo de la dinámica de la sociedad actual donde prima la técnica sobre el ser humano.

Debemos retomar la adecuada relación médico-paciente. Esto pasa por considerar al paciente como una persona y no meramente como un sujeto enfermo. Yo personalmente siempre llamo al paciente por su nombre, ni jefe ni abuelo; los pacientes tienen vidas propias. Desgraciadamente con frecuencia entramos en la habitación del enfermo sin pedir permiso, sin darnos cuenta de que puede estar semidesnudo. No cuesta nada tener un poco de empatía, sonreír.

Un máster universitario no garantiza necesariamente la formación profesional adecuada para tratar a un paciente desde el punto de vista humanístico.

En definitiva, tenemos que humanizar la gestión sanitaria y tratar de potenciar la empatía en todos los ámbitos, tanto en las relaciones entre los profesionales como respecto al paciente y a sus familias.

Por desgracia en los últimos años hemos asistido a una creciente politización de la sanidad que implica muchas variaciones de la gestión, dependiendo del gobierno vigente, y una pérdida de protagonismo de los propios sanitarios en la gestión.

Sin embargo, paradójicamente, la responsabilidad última sigue recayendo en el médico. El número creciente de demandas judiciales hacia el personal facultativo, muchas veces sin fundamento sólido sino con el único afán de indemnización económica, ha supuesto un aumento de la medicina defensiva, que va en contra, a la larga, de la excelencia en la atención médica.

Para concluir dos reflexiones finales: primero, el paciente es el centro y objetivo último del quehacer medico/sanitario, y, segundo, la medicina actual ha llegado a cotas muy altas de tecnificación, lo cual resulta muy favorable, pero hemos perdido sin duda empatía y humanización".

ANA PASTOR