El delirio postoperatorio, más allá de ser una complicación postoperatoria, se perfila como un inquietante desafío que enfrentan los equipos médicos en España. Así lo revela el estudio multicéntrico dirigido por Marina Varela, jefa de Servicio de Anestesiología del Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra y miembro activo de Asomega, publicado en Journal of Clinical Anaesthesia.

Se trata de una investigación pionera que ha reunido la fuerza colaborativa de 43 hospitales de toda España, incluidos los servicios de Anestesiología de todas las áreas sanitarias de Galicia, y la participación de cerca de 2.500 pacientes adultos sometidos a procedimientos quirúrgicos.
Con casi la precisión de un rastreador, el equipo científico se propuso identificar situaciones de mayor riesgo. Los datos son contundentes: los pacientes mayores de 78 años encabezan el listado, pues su incidencia de delirio tras una operación puede llegar al 7%, el doble que en el resto de la población.
Las intervenciones de traumatología se convierten, además, en un escenario crítico, concentrando el 36,5% de los casos registrados de delirio; le siguen las cirugías digestivas (15,6%), vasculares (10,4%) y cardíacas (7,3%), donde la fragilidad y la urgencia multiplican los factores de riesgo.
Pero la vulnerabilidad no termina ahí. El estudio destaca cómo el deterioro cognitivo previo, el abuso de alcohol y de sustancias se suman como detonantes antes de entrar al quirófano. Ya en plena operación, sangrado intraoperatorio y transfusiones potencian el riesgo de delirio, mientras que el dolor mal controlado y el uso de medicamentos vasoactivos en la recuperación son claves para que el trastorno emerja con fuerza.
Consecuencias demoledoras
Los pacientes que sufren delirio postoperatorio no solo ven duplicado el tiempo de estancia hospitalaria, sino que afrontan una mortalidad a los 60 días ocho veces superior a la de quienes no lo padecen.
Extrapolando estos datos al sistema sanitario nacional, se calcula que más de 140.000 españoles podrían enfrentar esta complicación cada año tras una cirugía, lo que a nivel social y económico representa decenas de miles de estancias hospitalarias innecesarias y hasta 5.700 muertes potencialmente evitables con mejores medidas preventivas.
Para Marina Varela y su equipo, este esfuerzo coral —con una implicación especial de Galicia— da sentido al trabajo en red y ofrece un mapa muy valioso para transformar la práctica clínica, con tres puntos clave:
- anticiparse al riesgo.
- aplicar estrategias innovadoras para la detección precoz del delirio.
- mejorar el abordaje integral del paciente quirúrgico.