Los investigadores del IDIS Alberto Ruano y Cristina Candal.
La mala conducta científica en las publicaciones biomédicas no solo afecta a la credibilidad del conocimiento, sino que puede tener consecuencias reales en la atención sanitaria. Así lo afirman los investigadores Alberto Ruano y Cristina Candal, del grupo de Epidemiología, Salud Pública y Evaluación de Servicios de Salud del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), en un editorial publicado por invitación en el último número del British Medical Journal (BMJ).
El texto acompaña un estudio que demuestra cómo los metaanálisis o guías de práctica clínica pueden ofrecer recomendaciones distintas si se eliminan de ellos los estudios retractados por mala praxis. En concreto, ese análisis –publicado también en el BMJ– indica que el 8% de los metaanálisis cambia de dirección y uno de cada seis altera su significación estadística al excluir los ensayos clínicos rectificados.
Los autores alertan de un incremento alarmante en el número de retractaciones en la literatura científica, debido en gran parte a la presión para publicar y a prácticas editoriales negligentes. A ello se suma un fenómeno en expansión: las paper mills, organizaciones que fabrican y venden artículos científicos falsificados o duplicados a investigadores que buscan engrosar su producción académica.
"Se trata de un editorial por invitación, ya que desde hace años estamos trabajando en el tema de la mala conducta científica", explica Ruano, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). De hecho Cristina Candal, coautora del editorial, ha centrado su tesis doctoral precisamente en este fenómeno. Su trabajo, dirigido por Ruano y la investigadora Mónica Pérez Ríos, apareció recientemente en Nature. Allí destacaba que las retractaciones de artículos biomédicos se han cuadruplicado en los últimos 20 años. En 2023 se superaron los 10.000 estudios retractados a nivel global, y dos tercios de ellos lo fueron por fraude o manipulación.
Candal también ha analizado la evolución de estas prácticas en países como España, Portugal y Brasil, así como la percepción de los investigadores españoles sobre la integridad científica. Su estudio apunta a que el número creciente de retractaciones no siempre implica más fraude, sino también una mejora en los sistemas de control y detección gracias a herramientas digitales especializadas.
Ruano y Candal subrayan que las consecuencias de la mala ciencia pueden ser graves: "Muchos artículos se retractan por datos falsificados, manipulados o inventados, lo cual es un problema importante en la práctica médica y en la toma de decisiones clínicas basadas en evidencia".
El editorial concluye con una llamada a la responsabilidad. Los investigadores del IDIS instan a sociedades científicas, autores y revistas a revisar y modificar las recomendaciones basadas en estudios retractados. "Evitar intervenciones sin beneficio real para los pacientes es una obligación ética", sentencian.
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