El Centro Gallego de Madrid se llenó para escuchar al Orfeón Trivés en una tarde marcada por el sentimiento y la memoria, en la que la música y la raíz gallega se dieron la mano en pleno corazón de la capital. Para empezar, se proyectó un saludo en vídeo de Miguel Santalices, presidente del Parlamento de Galicia y presidente de Honor del Centro Gallego de Madrid, que excusó su ausencia por compromisos en Galicia pero aseguró su acompañamiento con el corazón a todos los presentes.
Momento del concierto del Orfeón Trivés en el que Julio Ancochea se dirige a los asistentes.
Desde el inicio, el ambiente estuvo cargado de una emoción especial: Fernando Rey Paz, presidente del Centro, dio la bienvenida con palabras cálidas y vibrantes, celebrando la huella imborrable que Trives y su orfeón dejan en la diáspora, y señalando la fortuna de reencontrarse en una fecha tan significativa como el Día de Santa Cecilia y el Día Internacional de la Música.
A sus palabras respondió Julio Ancochea, impulsor de la cita y alma del reencuentro, visiblemente conmovido. Compartió recuerdos de su infancia en Trives, evocando paisajes, juegos, la huella de su familia y el eco imborrable de amigos que ya no están—uno de ellos fallecido apenas el día anterior—pero que, como confesó emocionado, “hoy me abrazan desde el cielo”.
Para Ancochea, el regreso del Orfeón, “tesoro de amor, abismo y canción,” no es solo una cita musical, sino un acto de profunda reivindicación de la vida compartida. También destacó la riqueza humana del grupo, señalando la diversidad de edades que lo integran, desde jóvenes como Inés y Laura, con 12 años, hasta veteranas voces como Dora, de 84 años, Julia, 86, y Marina, 91, testimonio vivo de una comunidad intergeneracional que une pasado y presente en cada interpretación.
La emoción y la gratitud encontraron voz también en Sandra González Vega, directora del Orfeón, quien expresó su agradecimiento hacia las instituciones y personas -como Antonio Rodríguez Miranda, director xeral de Emigración, al que también había recordado Ancochea- que hicieron posible el concierto y confesó el profundo placer que sentían al cantar para el público allí reunido.
Comenzó entonces un concierto que supo trenzar raíz y universalidad, con un primer bloque dedicado a canciones latinoamericanas y una interpretación del “Ubi cáritas” que impregnó la sala de recogimiento y belleza. El descanso llegó a ritmo de Galicia: la Agrupación Artística Rosalía de Castro animó a todos los asistentes con bailes, gaitas y pandereteiras, contagiando la alegría popular y también el orgullo de pertenencia.
La segunda parte tuvo como puente la palabra poética de Xosé Luna, que ya había emocionado con sus versos dedicados a Trives y al orfeón, y que dirigió un poema entrañable a Julio Ancochea. El homenaje se tornó diálogo: el presidente de Asomega devolvió la emoción con sutiles palabras acerca del aire, la poesía y la respiración compartida, en uno de los momentos más sentidos de la velada.
El testigo pasó al joven y prestigioso pianista trivés Fabio Álvarez, quien compartió con naturalidad y enraizada pasión la historia de una pieza muy especial para él. Se trata de “Morriña”, obra de Ricardo Gutiérrez compuesta nada menos que hace 120 años y fechada en Trives, hecho que justificaba su elección y dotó a la interpretación por parte del artista de una profunda carga emotiva y simbólica. Con cada nota, Álvarez logró transmitir la nostalgia y la belleza profunda de Galicia, conectando íntimamente con sus raíces y con la historia de su pueblo.
La velada alcanzó su clímax en la interpretación colectiva del Himno Galego, donde voces y público se fundieron en un canto de afirmación. La guinda llegó con la degustación de la bica tradicional de Trives, un dulce símbolo que coronó una tarde inolvidable.
Más allá del concierto, el acto, que contó con el respaldo de la Xunta de Galicia y de Coren, fue una vibrante celebración de la música, la amistad y el regreso a casa, mientras la capital se vestía de fiesta con el encendido del alumbrado navideño, y Madrid se entregaba al eco sereno de Galicia.
Fernando Rey Paz, presidente del Centro Gallego de Madrid.
En recuerdo de Berardo
En este emotivo reencuentro con las raíces también hubo espacio para la memoria y el cariño. Trives se despide estos días de Berardo Manuel Araujo Álvarez, vecino querido y referente en la vida social, cultural y deportiva del pueblo durante más de cincuenta años. Su dedicación al deporte local, su compromiso con la Cruz Roja y su amor por la montaña y la colección de belenes son solo algunos de los legados que deja a la comunidad. Su reciente fallecimiento fue recordado con respeto y emoción por parte de Julio Ancochea, reflejando el profundo vínculo que todos mantenían con él.
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