El doctor Aniceto Charro Salgado, socio fundador y presidente de honor de Asomega, falleció en paz y rodeado de su familia la noche del 26 de septiembre. Con su desaparición, la medicina gallega y española pierden una referencia indiscutible y un profesional de extraordinario talento, profunda humanidad y espíritu docente, que dejó huella en generaciones de médicos y pacientes.
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela, donde obtuvo el premio extraordinario de licenciatura y defendió su tesis doctoral “cum laude”, el doctor Charro completó su especialización en Endocrinología y Nutrición en la Universidad Complutense de Madrid. Su afán de conocimiento lo llevó a formarse en prestigiosos hospitales internacionales, como el Neels Steensens Hospital de Copenhague o los norteamericanos San Francisco Medical Center, New Orleans Hospital o el Yale University Hospital. Desde 1992 ejerció como Catedrático de Medicina, Endocrinología y Nutrición en la UCM.
Charro supo unir excelencia científica y una vocación humanística que impregnó toda su labor. Destacó como motor y alma de Asomega, ejemplo del legado hipocrático al que hizo honor con su vida y obra: “Ha hecho de su práctica médica un espejo en el que el resto tratamos de asomarnos para ser mejores médicos y, sobre todo, mejores personas”, subrayó el presidente de Asomega, Julio Ancochea, en el reciente homenaje organizado por la entidad, donde el doctor Charro fue recordado con emocionadas palabras de sus hijos y de colegas como Julia Buján y Miguel Carrero.
El doctor Charro fue autor de más de 280 publicaciones científicas, dirigió decenas de tesis doctorales y participó activamente en la gestación de la Dieta Atlántica y la Estrategia NAOS para la prevención de la obesidad. Coordinó grupos científicos nacionales e internacionales y presidió la Sociedad Española de Endocrinología.
Su implicación con Asomega fue una constante a lo largo de toda su trayectoria. Su última aparición pública fue en la entrega de la Insignia de Oro de Asomega al Centro Gallego de Madrid, donde entregó personalmente una placa al socio Ángel Rodríguez Coira.
El respeto y la admiración de sus colegas hacia el considerado "padre de la Dieta Atlántica" iban mucho más allá de sus méritos académicos y premios; era reconocido por todos como un auténtico médico hipocrático, un ejemplo sobresaliente de la medicina gallega que combina compromiso científico con un profundo humanismo y una atención cercana al paciente.
La huella de Aniceto Charro, "Tito" Charro, no se borra. Queda para siempre en la memoria de quienes lo conocieron y en el corazón de la Medicina gallega que ayudó a construir desde la ciencia y el afecto. “Santiagués, galleguista y médico”, en palabras de la profesora Julia Buján, fue “la fuerza de la naturaleza hecha persona, como un ciclón cuyo movimiento arrastra a los de su entorno a una vorágine en la que se mezclan conocimientos, aficiones y sentimientos y no dejan a nadie indiferente”.
Descanse en paz el doctor Aniceto Charro.
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